lunes, 28 de octubre de 2013

LA CUESTIÓN SOCIAL

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A finales del siglo XIX comenzaron a darse las primeras señales de un cambio de actitud frente a los problemas sociales. Sin embargo, el tema social había sido instalado en la opinión pública chilena a mediados del siglo XIX, en la voz de la “Sociedad de la Igualdad”, lugar en el cual Santiago Arcos y Francisco Bilbao elaboraron una serie de críticas a la situación de la desigualdad en Chile. El tema de las diferencias sociales y de la extrema pobreza era ya candente desde aquel entonces.
La Iglesia, particularmente a partir de la Encíclica Rerum Novarum, denunció las condiciones de vida y trabajo inhumanos en que se debatían los sectores populares europeos. Este llamado de alerta fue tomado en nuestro país por algunos católicos que comenzaron a denunciar las condiciones de vida de los trabajadores, ya que la situación de los sectores más pobres del país, durante todo este siglo, no había preocupado ni a los gobiernos ni a la clase dirigente.
Durante la segunda mitad del siglo XIX se produjo un lento proceso de emigración campo-ciudad, que se acentuó a fines del siglo y se dirigió también hacia las salitreras.
Esta emigración tuvo como motivación fundamental la búsqueda de trabajo y de mejores condiciones de vida que las del campo. Las ciudades de Santiago y, en menor proporción, las de Valparaíso y Concepción, fueron los centros de atracción de los inmigrantes.
Las ciudades, que no contaban con condiciones de urbanización adecuadas, comenzaron a recibir un flujo constante de población que se hacinó de cualquier manera y provocó una serie de problemas que constituyeron la antes mencionada cuestión social.
Las primeras organizaciones obreras
Los graves problemas que afectaban a los sectores obreros, los impulsaron a crear las mutuales o sociedades de socorros mutuos a mediados del siglo XIX. Estas primeras organizaciones obreras nacieron al margen de la relación obrero-patrón, obrero-Estado y del quehacer político. Su preocupación fue el obrero, su familia y sus condiciones de vida. De este modo, las mutuales se preocuparon de brindar a sus afiliados distintos servicios de carácter educacional, de salud y económicos: médico, farmacia, vivienda, escuela nocturna y biblioteca, combatían el alcoholismo y ayudaban a las familias cuando algún miembro de ella fallecía y no tenían los medios económicos para cubrir el gasto de los funerales.
Para lograr sus fines, el obrero se afiliaba a una mutual y aportaba con una pequeña cuota, que era el dinero que financiaba y posibilitaba la actividad de ayuda que se había propuesto.
Ya a principios del siglo XX, surgen las Sociedades de Resistencia con un claro ideario anarquista. No creían en la acción política, sino que practicaban la llamada “acción directa”, principalmente a través de la organización de huelgas.
Posteriormente, en la zona salitrera, surgieron las mancomunales que, si bien no se diferenciaron objetivamente de las mutuales, dieron por primera vez al movimiento obrero una cierta organización. Pero tendría que llegar el año de 1909 para que surgiera la primera organización sindical moderna, al nacer la Federación Obrera de Chile, FOCH, que en 1917 se transformó en una federación sindical con un contenido político de clara orientación socialista.




sábado, 28 de septiembre de 2013

¿ PORQUE CELEBRAMOS EL 21 DE MAYO?



El combate naval de Iquique fue un enfrentamiento naval de la Guerra del Pacífico. Tuvo lugar en la bahía de Iquique, el día miércoles 21 de mayo de 1879. En él se enfrentaron el monitor peruano Huáscar, al mando del capitán de navío Miguel Grau Seminario, y la corbeta chilena Esmeralda, al mando del capitán de fragata Arturo Prat Chacón, quien murió durante el combate. El resultado de esta acción fue el hundimiento de la corbeta chilena y el levantamiento del bloqueo del puerto de Iquique.

Mientras en Chile se considera únicamente a este enfrentamiento como Combate naval de Iquique, en el Perú se considera al enfrentamiento hasta Punta Gruesa con el solo nombre de Combate de Iquique, incluyendo el enfrentamiento entre la goleta chilena Covadonga y la fragata peruana Independencia —con el resultado del encallamiento de esta última en unos roqueríos.

Antes de la declaración de guerra, el gobierno chileno decidió como estrategia movilizar su escuadra para bloquear el puerto peruano del Callao, esperando así encerrar allí a la escuadra del Perú para operar libremente en el litoral peruano o bien destruirla en un combate si se presentaba la ocasión. El contraalmirante Juan Williams Rebolledo, comandante en jefe de la escuadra chilena, rechazó este plan por considerar que sus naves no estaban en condiciones de emprender un ataque inmediato a El Callao pues carecía de víveres y combustible para la travesía. En su lugar, Williams prefirió bloquear el puerto de Iquique y desde allí hostilizar los puertos peruanos del Departamento de Tarapacá. La escuadra chilena parte el 3 de abril desde Antofagasta con destino a Iquique para establecer el bloqueo.

Chile declara la guerra al Perú y a Bolivia el sábado 5 de abril de 1879 y ese mismo día la escuadra chilena inicia el bloqueo del puerto de Iquique...

La escuadra chilena incursionó en los poblados peruanos de Pabellón de Pica, Huanillos (15 de abril) y Mollendo (17 de abril) bombardeando trenes y naves; luego bombardeó Pisagua (18 de abril) y destruyó Mejillones (29 de abril).

Debido a la presión del gobierno chileno, Williams es convencido de atacar el puerto del Callao. Para tal efecto, la escuadra chilena zarpó desde Iquique el viernes 16 de mayo en una expedición al Callao con todos los buques disponibles dejando el bloqueo de Iquique a cargo de los buques más antiguos de la escuadra chilena la corbeta Esmeralda al mando de Arturo Prat, la goleta Covadonga, al mando de Carlos Condell y el transporte Lamar; la primera por cuanto se efectuaban urgentes reparaciones en sus calderas. Debido a su mayor antigüedad, Prat quedó como jefe del bloqueo.

Para defender a las localidades peruanas del ataque chileno, el plan del Perú era terminar en El Callao las reparaciones de las naves de su escuadra y trasladar tropas y pertrechos hacia Arica, Iquique y demás puertos del Departamento de Tarapacá y enviar naves para traer desde Panamá armamento y municiones adquiridos en los Estados Unidos. Los comandantes peruanos Grau, More, y García y García, entre otros, estuvieron en desacuerdo con este plan ya que la Independencia estaba recién reparada y su tripulación no había hecho ejercicios navales mientras que el Huáscar no contaba con proyectiles capaces de penetrar el blindaje de los buques chilenos Cochrane y Blanco Encalada. A pesar de esta oposición, la escuadra peruana zarpó el mismo 16 de mayo desde El Callao hacia Arica llevando a bordo al presidente Mariano Ignacio Prado en la nave insignia Oroya.

En la mañana del miércoles 21 de mayo, el bloqueo de Iquique era mantenido por la corbeta Esmeralda y la goleta Covadonga fondeadas ambas a 2,7 km al norte del faro del puerto. Por su parte el transporte Lamar se encontraba fondeado más cerca de la costa. A las seis y media de la mañana uno de los vigías de la Covadonga, la cual se encontraba de guardia, avistó columnas de humo acercándose desde el norte. Al reducirse la distancia, se identificó que dichas columnas de humo correspondían a los blindados peruanos Huáscar e Independencia. El comandante de la Covadonga, ordenó advertir la presencia del enemigo al comandante de la Esmeralda, Arturo Prat, con un cañonazo. Este, al escuchar la señal dispuso levar el ancla, hacer comer a la tripulación y tocar zafarrancho de combate. Además ordenó que la Covadonga se pusiera al habla para conferenciar y que se arrojara al mar, en un saco, la correspondencia para la escuadra chilena.

El transporte chileno Lamar izó bandera norteamericana y abandonó la bahía rumbo al sur. Durante 30 minutos el Huáscar se enfrentó solo a las dos naves chilenas, hasta la llegada de la Independencia. Los buques chilenos concentraron sus tiros sobre el Huáscar sin mayores consecuencias.

Cuando el Huáscar se encontraba a unos 600 metros de la Esmeralda, un bote se le acercó, en él iba el capitán de puerto y de corbeta, Salomé Porras, junto al práctico Guillermo Checlay y el periodista Modesto Molina, quienes le informaron a Grau que la Esmeralda estaba protegida por una línea de torpedos fijos. Ante esta información, Grau decidió mantener una distancia de 500 metros de la corbeta, posición desde la cual abrió fuego.

Los sobrevivientes de la Esmeralda fueron entregados a las autoridades militares del puerto de Iquique. Los oficiales sobrevivientes fueron conducidos a la localidad de Tarma, en Perú.

Luego del combate, el Almirante Grau ordenó que los objetos personales de Prat, su diario personal, uniforme, espada entre otros, fueran devueltos a la viuda de Prat. Junto con ellos, Carmela Carvajal recibió una carta del Almirante peruano. En esta carta Grau recalca la calidad personal y la hidalguía de su rival. En respuesta, Carmela Carvajal le escribió una carta agradeciendo este gesto. Este hecho sumado al rescate de los sobrevivientes de la Esmeralda hicieron ganar a Grau el apodo de "El Caballero de los Mares".

En el año 1888 los restos del comandante Arturo Prat fueron trasladados a Valparaíso, donde se les dio sepultura en un monumento construido por sufragio popular. En este monumento, descansan los máximos héroes navales chilenos, y es ahí donde cada año, en el día de las glorias navales, con la presencia del presidente de la república, se honra con desfiles militares a la figura de Prat y su tripulación.

El almirante Miguel Grau Seminario es recordado tanto en Perú como en Chile por su hidalguía y caballerosidad en combate. Algunas calles en Chile llevan el nombre de Almirante Grau. Sus acciones durante la Guerra del Pacífico lo convirtieron en el mayor héroe naval de la marina de guerra del Perú. Miguel Grau también es considerado héroe naval en Bolivia.
 
 

domingo, 25 de agosto de 2013

LA OCUPACION DE LA ARAUCANIA




A fines del siglo XIX, la incorporación de territorios ocupados por el pueblo mapuche constituía un asunto pendiente para el Estado chileno. Pese a los intentos efectuados por este desde la década de 1860, distintas razones postergaron la incorporación definitiva de estos territorios a la soberanía nacional. Sin embargo, al concluir la Guerra del Pacífico, el interés económico en estas fértiles tierras y la conciencia de la capacidad militar del ejército chileno, la transformó en una tarea prioritaria.

La frontera del Biobío como límite norte de la Araucanía fue establecida en tiempos de la Colonia, cuando los innumerables intentos realizados por las autoridades españolas con el fin de dominar dicho territorio fueron repelidos con fuerza por el pueblo mapuche. Recién a partir del siglo XVIII, la zona de la frontera entró en una relativa situación de calma que favoreció el intercambio económico y cultural entre ambos pueblos. Pese al apoyo dado por los mapuche a las fuerzas realistas durante las guerras de Independencia, las relaciones entre el Estado chileno y este pueblo gozaron de un largo tiempo de paz en el que se intensificó el contacto comercial y se profundizó el proceso de aculturación, reflejado en la difusión de la religión católica, el uso del español, e incluso en el tipo de vestimenta, situación que en ningún caso alteró la convicción del pueblo mapuche de mantener su autonomía respecto de Chile.

Se desarrolló un proceso de colonización espontánea que fue fomentado desde el Estado y se materializó en la venta de tierras indígenas, inicialmente en la provincia de Arauco, a comerciantes y militares. De esta forma, los territorios ubicados entre los ríos Biobío y Malleco fueron paulatinamente incorporados mediante la compra, la usurpación o la ocupación, provocando como consecuencia, el desplazamiento progresivo de la frontera hacia el sur.

A comienzos de la década de 1860 esta situación comenzó a generar problemas, derivados principalmente de la irregularidad en que se concretaban estas transacciones. En muchos casos, un mismo pedazo de tierra se había vendido en más de una oportunidad y a distintos compradores, además, grandes propiedades se encontraban en manos de especuladores que no las usaban y tampoco las dejaban ocupar, impidiendo la instalación de colonos y su puesta en producción. Como reacción, en 1866 se dictó una ley que declaraba al fisco como único comprador de tierras indígenas, prohibiendo las transacciones entre mapuches y particulares.

 

La participación del ejército:

Pese a que la tranquilidad fue la tónica de las relaciones chileno-mapuches, en el transcurso del siglo XIX el empleo de la fuerza fue una realidad en más de una ocasión. Las primeras incursiones del ejército chileno en la zona se materializaron en los años posteriores a la Independencia, cuando en 1824 las tropas chilenas ocuparon la fuerza para someter a los caciques de la costa de Arauco; a partir de entonces la presencia militar fue una constante en la frontera.

Durante la década de 1860, la acción del ejército en la zona se intensificó con el argumento de detener un posible levantamiento indígena fomentado por la llegada del aventurero francés Orelie Antoine de Tounens, autoproclamado rey de la Araucanía, que había iniciado negociaciones con algunos caciques mapuches. Con este objetivo, el Estado comisionó al coronel Cornelio Saavedra para que iniciara un plan de ocupación militar del territorio mapuche.

Entre 1861 y 1868, Saavedra logró someter efectivamente el territorio hasta el río Malleco y fortificó la frontera mediante la construcción de los complejos militares de Lebu, Angol, Mulchén, Purén y Cañete. El pueblo mapuche reaccionó con fuerza ante estas acciones y se organizó en dos levantamientos efectuados en 1865 y 1868, que fueron violentamente reprimidos por el ejército. Las acciones militares se intensificaron, logrando a fines de la década de 1860 mover la frontera aún más al sur en las cercanías del río Traiguén. Se contemplaron también las negociaciones diplomáticas que dieron como resultado la celebración de las paces con los pehuenches (1871). En estos años, la acción militar fue complementada con intentos por mejorar las comunicaciones en territorio mapuche mediante la extensión del tendido ferroviario hasta Angol.

El estallido de la Guerra del Pacífico hizo necesario retirar las tropas militares de la Araucanía y reemplazarlas por un ejército conformado principalmente por civiles. Ante los abusos cometidos por estas tropas, los mapuches se unieron en un alzamiento general que se extendió entre 1880 y 1881, permitiendo recuperar parte de los territorios usurpados en el transcurso de los años anteriores. Como respuesta, el gobierno determinó el envío de nuevas tropas, esta vez comandadas por Gregorio Urrutia, que dotados de moderno armamento lograron someter el alzamiento en 1882. A partir de entonces, el Estado incentivó la creación de nuevos fuertes y poblados como Carahue, Lautaro, Curacautín y Temuco, que permitieron el avance del ejército chileno hacia el sur y la ocupación de nuevas zonas como Villarrica, Alto Biobío y Toltén.

La situación del pueblo mapuche

La penetración del Estado en la zona de la Araucanía significó un cambio en las formas de vida de la sociedad mapuche. Las políticas de ocupación fueron violentas, en muchos casos, pues la población mapuche resistió al avance de las tropas chilenas. La expansión hacia el sur efectuada entre 1881 y 1883 significó al estatización de las tierras ocupadas, las que posteriormente fueron rematadas o vendidas a chilenos y colonos extranjeros, especialmente a suizos, españoles, franceses y alemanes. Ellos iniciaron una explotación agrícola intensiva orientada fundamentalmente al cultivo de cereales.

 

La población mapuche que antes habitaba en esas tierras fue desplazada hacia las zonas cordilleranas o reagrupada en reducciones indígenas, en lugares donde la tierra tenía menor calidad agrícola. Las reducciones, entregadas a los caciques locales, no permitieron a todos los jefes de familia acceder a las tierras y como consecuencia, debieron emplearse como inquilinos o peones en las haciendas recién creadas.

Pese a su escaso valor comercial, con el tiempo las reducciones se transformaron en enclaves de cultura mapuche, ya que en ellas se conservaron las tradiciones ancestrales. Es así como la zona de la Araucanía se ha mantenido hasta la actualidad como el centro de la identidad de este pueblo, el que ha realizado una lucha permanente por la defensa y la reivindicación de su territorio.




 
Las consecuencias que trajo la ocupación de la Araucanía fue que tuvieron problemas el pueblo mapuche con el estado chileno y tuvieron que tomar varias medidas para resolver esta gran tensión una fue reivindicar el territorio. Además los problemas afectados fueron porque el pueblo mapuche tenía cosas pendientes con el estado chileno. También para conseguir los territorios los españoles trataron de dominar pero los mapuches no lo aguantaron y atacaron con la fuerza. en el siglo XVlll recién tuvieron algo de calma la zona de la fronteriza que favoreció al intercambio económico y cultural entre los mapuches y el estado chileno , el pueblo mapuche gozaron de un gran tiempo de paz con el estado chileno después de las fuerzas realistas durante las guerra de la independencia por el pueblo mapuche mientras este largo tiempo de paz los pueblos se reflejaron en el contacto cultural y en el proceso de aculturación esto se constituyo en la religión católica , en el uso del español e incluso en el tipo de vestimenta situación que en ningún caso tuvo problemas el pueblo mapuche con el estado chileno . En general los pueblos tuvieron su momento de paz pero luego de la paz viene los problemas que nadie se va aquedar tranquilo hasta que esos territorios tuvieran sus dueños.




 

 

domingo, 23 de junio de 2013

MANUEL RODRÍGUEZ

 
El 26 de mayo de 1818, fue asesinado en Til-Til, el abogado y guerrillero chileno Manuel Rodríguez Erdoyza. El crimen fue ordenado por el director supremo de Chile, don Bernardo O’Higgins, y la Logia Lautarina.

Durante la guerra de Independencia Manuel Rodríguez actuó activamente como abogado,  militar y guerrillero. Durante la patria vieja fue procurador de la ciudad de Santiago y secretario de guerra. Entre el año 1811 y principio de 1813 fue colaborador del general José Miguel Carrera. Durante la reconquista, luego de la derrota de Rancagua y el éxodo a Mendoza volvió en secreto al país, donde formó montoneras. Durante su trabajo en la clandestinidad, consiguió tejer una importante red de espionaje para hacer llegar información al otro lado de la cordillera, lugar donde el ejército libertador preparaba su incursión a Chile. El 4 de enero de 1817 asaltó la ciudad de Melipilla y atacó y tomó San Fernando el 12 de febrero del mismo año, acción que desvió la atención de una parte de las fuerzas realistas ante la llegada del ejército de los Andes, que lograría una gran victoria en Chacabuco (12 de febrero de 1817). Tras el desastre de Cancha Rayada formó el escuadrón Húsares de la Muerte, que combatieron en Maipú.

Luego del triunfo de Maipú, fueron fusilados, en Mendoza, Juan José y Luis Carrera, provocando la protesta de gran parte de la población. Los sucesos en Chile se tornaron desordenados y confusos. En este ambiente, los opositores al gobierno de O’Higgins promovieron la idea de un Cabildo abierto, el que fue convocado para el día 17 de abril  (1818). Después de algunas discusiones se decidió nombrar una comisión que se encargaría de hacerle saber al director supremo las exigencias del pueblo. Mientras aquél recibía a los representantes del Cabildo, en las calles reinaba el descontento y el griterío, momento que aprovechó Rodríguez, acompañado de don Gabriel Valdivieso, para emprenderlas a caballazos contra el palacio de gobierno seguido de un grupo de ciudadanos. Lamentablemente las intenciones del guerrillero no prosperaron y fue apresado junto a Valdivieso, siendo conducido al cuartel de San Pablo, ocupado por el batallón de infantería cazadores de los Andes, desde donde luego fue conducido a Til-Til, siendo asesinado, en el camino, de un balazo por la espalda.

domingo, 26 de mayo de 2013

LA FUNDACIÓN DE CIUDADES

 
 

La llegada por los Borbones al trono español no solo significo cambios en la política administrativa y económica de los territorios americanos, también se vio manifestada en una reorganización territorial y una política fundacional que abarcó gran parte de la américa Hispana, varias regiones de nuevo México, Rio de la plata, Venezuela y Chile se vieron envueltas en la creación de nuevas ciudades.

Gabriel Guarda (historiador y arquitecto nacional), afirma que en Chile esta política fundacional se vio favorecida por la zona central, de esta manera en el valle central de nuestro país se generó una infraestructura que va a permitir la instauración de nuevas villas. Según Santiago Lorenzo, los principales objetivos de la fundación de ciudades y villas estaban:

·         Concentrar la población en diferentes centros urbanos y acabar con la dispersión que existía en el mundo rural.

·         Llevar a cabo una misión civilizadora, a partir de las ideas ilustradas, que postulaban normas que debían regir la sociedad.

·         Terminar con la marginalidad social, pobreza, vagabundaje, y la delincuencia.

·         Concentrar la justicia y administración en un lugar determinado.

 

La fundación de ciudades y villas dieron unidad territorial al país tales como: en el norte chico, en los terrenos donde se podía obtener recursos, en el valle central, y las ciudades de la frontera.
 
 
 
 
 

martes, 23 de abril de 2013

EL REQUERIMIENTO

 

El requerimiento era un papel que contenía unas leyes o decretos que debían cumplirse.  
   
   El Requerimiento, o Requerimiento de Palacios Rubios, fue un texto creado en las Leyes de Burgos que anunciaba y autorizaba por mandato divino la conquista de las tierras y sometimiento de aquellos pueblos indígenas que se negaran a ser evangelizados. Por medio de este pregón estandarizado en idioma español el conquistador debía informar a los indígenas de que Dios, creador de los primeros hombres, había elegido a San Pedro y a sus sucesores de Roma como monarcas del mundo, superiores en autoridad a todos los príncipes de la Tierra. Un Papa posterior, Alejandro VI, había conferido la posesión de los indios al rey de Castilla. Por consiguiente, los indios recibían la orden de reconocer su autoridad y quedar como sus súbditos libres, cristianos. Toda negativa o toda tardanza en aceptar estas demandas entrañarían la guerra inmediata (Guerra Justa), haciéndoles reos de muerte o de esclavización como rebeldes. La lectura terminaba con la amenaza de tomar los bienes de los oyentes, y de esclavizar a sus mujeres e hijos, y hacerles "todos los males y daños que pudiere" si no cumplían con este mandato o requerimiento.
    
   Con el mensaje del Requerimiento surge la discusión entre Castilla y Portugal sobre la posesión de las tierras descubiertas y la titularidad de las zonas de expansión en el Atlántico. 

   Esto se resuelve en 1494 con el Tratado de Tordesillas. De igual forma, el Requerimiento da lugar a un debate político y moral, sobre los derechos de los indígenas y su condición de hijos de Dios. Mientras los españoles someten a los indios y los convierten al cristianismo surge la preocupación moral sobre la vida y condición de los indios. Es importante resaltar que este planteamiento surgió de los propios españoles, como por ejemplo Bartolomé de las Casas iniciándose así una importante corriente pensadora.
  
   En 1511 el dominico fray Antonio de Montesinos también trata esta cuestión. Dirigiendo un sermón a sus fieles denuncia el mal trato de los indios, lo que provoca al año siguiente en Burgos una junta de teólogos y juristas para discutir el problema. Esta junta reconoce que los indios son hombres libres, pero que deben someterse a la Corona de España en virtud de las bulas.
   
   Teólogos y juristas piensan que deben ser instruidos en la fe, que tengan casas y haciendas propias y que trabajen a cambio de un salario. Se cree que estos ignoran la concesión del papa a los reyes de Castilla por ello, deben de explicarse a través de una declaración que debe ilustrar la existencia de dios, de cómo Jesucristo concedió el principado al papa y de cómo unos de los pontífices hizo donación de sus tierras a los españoles y que en consecuencia son dueños de esas tierras . Esto es lo que contenía esa explicación de pertenecimiento de la India a España recogida en el requerimiento.
   
   Fue redactado por el jurista Juan López de Palacios Rubios en 1512, que explicaba que Dios hizo el cielo y el planeta y una pareja de la que todos provenimos, y que hizo a san Pedro para que fuese el linaje superior del ser humano el descendiente de este, vivía en Roma y era el papa, quien hizo donación de todas las indias a los reyes de Castilla en virtud de ciertas escrituras. Los indios podían tomarse todo el tiempo necesario, pero su colofón dictaba que si no aceptaban la posesión de las indias por parte de los españoles les amenazaban con la guerra y la esclavitud.