A fines del siglo XIX, la incorporación de territorios ocupados por el pueblo mapuche constituía un asunto pendiente para el Estado chileno. Pese a los intentos efectuados por este desde la década de 1860, distintas razones postergaron la incorporación definitiva de estos territorios a la soberanía nacional. Sin embargo, al concluir la Guerra del Pacífico, el interés económico en estas fértiles tierras y la conciencia de la capacidad militar del ejército chileno, la transformó en una tarea prioritaria.
La frontera del Biobío como límite norte de la Araucanía fue establecida
en tiempos de la Colonia, cuando los innumerables intentos realizados por las
autoridades españolas con el fin de dominar dicho territorio fueron repelidos
con fuerza por el pueblo mapuche. Recién a partir del siglo XVIII, la zona de
la frontera entró en una relativa situación de calma que favoreció el
intercambio económico y cultural entre ambos pueblos. Pese al apoyo dado por
los mapuche a las fuerzas realistas durante las guerras de Independencia, las
relaciones entre el Estado chileno y este pueblo gozaron de un largo tiempo de
paz en el que se intensificó el contacto comercial y se profundizó el proceso
de aculturación, reflejado en la difusión de la religión católica, el uso del
español, e incluso en el tipo de vestimenta, situación que en ningún caso
alteró la convicción del pueblo mapuche de mantener su autonomía respecto de
Chile.
Se desarrolló un proceso de colonización espontánea que fue fomentado
desde el Estado y se materializó en la venta de tierras indígenas, inicialmente
en la provincia de Arauco, a comerciantes y militares. De esta forma, los
territorios ubicados entre los ríos Biobío y Malleco fueron paulatinamente
incorporados mediante la compra, la usurpación o la ocupación, provocando como
consecuencia, el desplazamiento progresivo de la frontera hacia el sur.
A comienzos de la década de 1860 esta situación comenzó a generar
problemas, derivados principalmente de la irregularidad en que se concretaban
estas transacciones. En muchos casos, un mismo pedazo de tierra se había
vendido en más de una oportunidad y a distintos compradores, además, grandes
propiedades se encontraban en manos de especuladores que no las usaban y
tampoco las dejaban ocupar, impidiendo la instalación de colonos y su puesta en
producción. Como reacción, en 1866 se dictó una ley que declaraba al fisco como
único comprador de tierras indígenas, prohibiendo las transacciones entre mapuches
y particulares.
La participación del ejército:
Pese a que la tranquilidad fue la tónica de las relaciones
chileno-mapuches, en el transcurso del siglo XIX el empleo de la fuerza fue una
realidad en más de una ocasión. Las primeras incursiones del ejército chileno
en la zona se materializaron en los años posteriores a la Independencia, cuando
en 1824 las tropas chilenas ocuparon la fuerza para someter a los caciques de
la costa de Arauco; a partir de entonces la presencia militar fue una constante
en la frontera.
Durante la década de 1860, la acción del ejército en la zona se
intensificó con el argumento de detener un posible levantamiento indígena
fomentado por la llegada del aventurero francés Orelie Antoine de Tounens,
autoproclamado rey de la Araucanía, que había iniciado negociaciones con
algunos caciques mapuches. Con este objetivo, el Estado comisionó al coronel
Cornelio Saavedra para que iniciara un plan de ocupación militar del territorio
mapuche.
Entre 1861 y 1868, Saavedra logró someter efectivamente el territorio
hasta el río Malleco y fortificó la frontera mediante la construcción de los
complejos militares de Lebu, Angol, Mulchén, Purén y Cañete. El pueblo mapuche
reaccionó con fuerza ante estas acciones y se organizó en dos levantamientos
efectuados en 1865 y 1868, que fueron violentamente reprimidos por el ejército.
Las acciones militares se intensificaron, logrando a fines de la década de 1860
mover la frontera aún más al sur en las cercanías del río Traiguén. Se
contemplaron también las negociaciones diplomáticas que dieron como resultado
la celebración de las paces con los pehuenches (1871). En estos años, la acción
militar fue complementada con intentos por mejorar las comunicaciones en
territorio mapuche mediante la extensión del tendido ferroviario hasta Angol.
El estallido de la Guerra del Pacífico hizo necesario retirar las tropas
militares de la Araucanía y reemplazarlas por un ejército conformado
principalmente por civiles. Ante los abusos cometidos por estas tropas, los
mapuches se unieron en un alzamiento general que se extendió entre 1880 y 1881,
permitiendo recuperar parte de los territorios usurpados en el transcurso de
los años anteriores. Como respuesta, el gobierno determinó el envío de nuevas
tropas, esta vez comandadas por Gregorio Urrutia, que dotados de moderno
armamento lograron someter el alzamiento en 1882. A partir de entonces, el
Estado incentivó la creación de nuevos fuertes y poblados como Carahue,
Lautaro, Curacautín y Temuco, que permitieron el avance del ejército chileno
hacia el sur y la ocupación de nuevas zonas como Villarrica, Alto Biobío y
Toltén.
La situación del pueblo mapuche
La penetración del Estado en la zona de la Araucanía significó un cambio
en las formas de vida de la sociedad mapuche. Las políticas de ocupación fueron
violentas, en muchos casos, pues la población mapuche resistió al avance de las
tropas chilenas. La expansión hacia el sur efectuada entre 1881 y 1883
significó al estatización de las tierras ocupadas, las que posteriormente
fueron rematadas o vendidas a chilenos y colonos extranjeros, especialmente a
suizos, españoles, franceses y alemanes. Ellos iniciaron una explotación
agrícola intensiva orientada fundamentalmente al cultivo de cereales.
La población mapuche que antes habitaba en esas tierras fue desplazada
hacia las zonas cordilleranas o reagrupada en reducciones indígenas, en lugares
donde la tierra tenía menor calidad agrícola. Las reducciones, entregadas a los
caciques locales, no permitieron a todos los jefes de familia acceder a las
tierras y como consecuencia, debieron emplearse como inquilinos o peones en las
haciendas recién creadas.
Pese a su escaso valor comercial, con el tiempo las reducciones se
transformaron en enclaves de cultura mapuche, ya que en ellas se conservaron
las tradiciones ancestrales. Es así como la zona de la Araucanía se ha
mantenido hasta la actualidad como el centro de la identidad de este pueblo, el
que ha realizado una lucha permanente por la defensa y la reivindicación de su
territorio.
Las consecuencias que trajo la
ocupación de la Araucanía fue que tuvieron problemas el pueblo mapuche con el
estado chileno y tuvieron que tomar varias medidas para resolver esta gran
tensión una fue reivindicar el territorio. Además los problemas afectados
fueron porque el pueblo mapuche tenía cosas pendientes con el estado chileno.
También para conseguir los territorios los españoles trataron de dominar pero
los mapuches no lo aguantaron y atacaron con la fuerza. en el siglo XVlll
recién tuvieron algo de calma la zona de la fronteriza que favoreció al
intercambio económico y cultural entre los mapuches y el estado chileno , el
pueblo mapuche gozaron de un gran tiempo de paz con el estado chileno después
de las fuerzas realistas durante las guerra de la independencia por el pueblo
mapuche mientras este largo tiempo de paz los pueblos se reflejaron en el
contacto cultural y en el proceso de aculturación esto se constituyo en la
religión católica , en el uso del español e incluso en el tipo de vestimenta
situación que en ningún caso tuvo problemas el pueblo mapuche con el estado
chileno . En general los pueblos tuvieron su momento de paz pero luego de la
paz viene los problemas que nadie se va aquedar tranquilo hasta que esos
territorios tuvieran sus dueños.